“Si vas al psicólogo es porque estás loco”.
“No eres fuerte, por eso tienes que ir”.
“Para eso ya tengo a mis amigos, y encima no me cobran”.
Reconócelo: estas frases, por desgracia, siguen escuchándose. A veces en voz alta, a veces en silencio. Y aunque es cierto que cada vez hay más conciencia sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental, aún queda mucho camino por recorrer para romper los mitos y prejuicios que rodean la terapia psicológica.
Ir al psicólogo no es un signo de debilidad ni de locura. Es una decisión consciente de cuidarte, de atender lo que duele, de entender por qué a veces reaccionas de cierta manera o por qué algo que no parece tan grave te desborda. Porque no hace falta tocar fondo para pedir ayuda. Ni hace falta que todo vaya mal para querer entenderte mejor.
¿CUÁNDO ACUDIR A UN PSICOLÓGO?
La respuesta es sencilla: cuando lo necesites. No existe un umbral fijo de sufrimiento para justificar ir a terapia. Algunas personas acuden cuando están en plena crisis: ansiedad, depresión, duelo, separaciones, conflictos familiares. Otras lo hacen para mejorar su autoestima, aprender a poner límites, gestionar el estrés, o simplemente para conocerse mejor. Todas esas razones son válidas.
Y es que, a lo largo de nuestra vida, todos pasamos por situaciones que nos descolocan. El trabajo, la familia, la pareja, la maternidad, la autoexigencia, los cambios vitales… Son tantas las cosas que pueden generar malestar que normalizar la terapia es casi una necesidad de salud pública.
DESMONTANDO LOS MITOS
Como mencionamos al principio, uno de los grandes frenos para acudir a terapia es la cantidad de falsas creencias que giran en torno a ella. Aquí desmentimos algunas de las más comunes:
- “Ir al psicólogo es para locos”
Esta es quizá la más extendida, y también la más errónea. En consulta no sólo atendemos trastornos graves. La mayoría de las personas vienen por temas como la gestión emocional, el duelo, la toma de decisiones, la ansiedad o la sobrecarga mental. Acudir a un profesional no te convierte en alguien «loco», sino en alguien que quiere entender y mejorar su forma de vivir. - “Para eso tengo amigos”
Es genial contar con un buen círculo de apoyo. Pero la amistad no sustituye a la terapia. Tus amigos te escuchan desde el cariño, pero no tienen herramientas profesionales ni el entrenamiento necesario para ayudarte a trabajar en profundidad tus emociones o patrones de comportamiento. Un psicólogo no juzga, no da consejos rápidos ni mira tu situación desde su historia personal: te guía desde el conocimiento técnico y la objetividad. - “Si vas a terapia es porque no eres fuerte”
Justamente lo contrario: pedir ayuda es un acto de valentía. Significa que te haces cargo de ti, que te enfrentas a tus miedos y que te atreves a romper con lo que no funciona. Quienes deciden comenzar un proceso terapéutico no huyen de sus problemas, los miran de frente.
¿QUÉ PUEDES ENCONTRAR EN EL CENTRO DE PSICOLOGIA BEGOÑA GINER?
En nuestro centro creemos firmemente en la escucha activa, el respeto y la cercanía. Cada persona es única, y por eso ofrecemos un acompañamiento personalizado, adaptado a tus necesidades y ritmo. Ya sea que busques ayuda en momentos puntuales o quieras emprender un proceso más profundo, te ofrecemos un espacio profesional y libre de juicios.
Contamos con un equipo especializado y una amplia experiencia en ansiedad, depresión, autoestima, trauma, relaciones personales, terapia infanto-juvenil, y mucho más. Nuestra prioridad es tu bienestar emocional, y nuestro compromiso es acompañarte con empatía y rigor profesional.
Posdata: da el primer paso. No estás solo/a
Acudir al psicólogo no es una señal de debilidad, es un acto de amor propio. Es reconocer que mereces estar bien, que mereces entenderte y sanar. Si estás leyendo esto y te has sentido identificado con alguna parte del texto, tal vez sea el momento de escucharte con más atención.
En el Centro de Psicología Begoña Giner estamos para acompañarte, sin juicios, sin etiquetas y desde la empatía. Sea cual sea tu historia, aquí encontrarás un lugar donde poder expresarte con libertad, trabajar en ti mismo/a y construir herramientas reales para vivir mejor.
No esperes a que todo se derrumbe. A veces, el simple hecho de hablarlo con una profesional marca la diferencia. Dar el paso puede ser difícil, pero nunca estarás solo/a en el camino. Estamos contigo.