El verano suele percibirse como una época de descanso, bienestar y desconexión. Sin embargo, desde un enfoque psicológico, también representa un período donde muchas personas experimentan desequilibrios emocionales que permanecían latentes durante el resto del año. La pausa en las obligaciones laborales o académicas, el cambio de rutinas y la mayor exposición social pueden actuar como desencadenantes de ciertas problemáticas. Además, existe una falsa percepción de que las vacaciones curan los estados de ánimo negativos, cuando en realidad solo los postergan.
En nuestro Centro psicológico Begoña Giner observamos un repunte de consultas tras el verano, con personas que no lograron sentirse mejor durante sus vacaciones, y que incluso vieron agravarse ciertos síntomas. En este post analizamos cómo gestionar la salud mental en verano, qué datos respaldan esta situación, y qué estrategias pueden ayudar a cultivar un equilibrio emocional en esta época del año.
VERANO: ¿DESCANSO O DESENCADENANTE EMOCIONAL?Los cambios estacionales afectan a nuestro estado emocional. Estudios como el publicado por el Journal of AffectiveDisorders señalan que en verano pueden aparecer síntomas de ansiedad, trastornos del sueño o incluso depresión estacional inversa. Aunque menos frecuente que la depresión invernal, esta variante veraniega está relacionada con el exceso de luz solar, el calor extremo y la alteración de ritmos circadianos.
La presión social por disfrutar del verano también puede generar frustración en personas que no logran sentirse felices. Asimismo, durante el verano se rompen rutinas que daban estabilidad emocional, lo que puede agravar cuadros preexistentes como trastornos de ansiedad o ánimo.
¿CÓMO CUIDAR NUESTRA SALUD MENTAL DURANTE EL VERANO?
Cuando no se abordan los conflictos emocionales durante el año, el verano no los elimina, sólo los desplaza. La falta de obligaciones permite que ciertas emociones emerjan con más fuerza: soledad, vacío existencial, dependencia afectiva o desregulación emocional.
En consulta, detectamos cómo estas emociones no sólo persisten, sino que a menudo se manifiestan en forma de irritabilidad, apatía, conductas impulsivas o un estado de ánimo bajo sin causa aparente.
Desde una perspectiva clínica, cuidar la salud mental en verano implica mantener ciertos hábitos que estabilizan emocionalmente:
- Mantener una rutina básica: horarios de sueño, alimentación y actividad física.
- Evitar la sobreexposición a redes sociales, que alimentan comparaciones e insatisfacción.
- Practicar la regulación emocional mediante técnicas como la respiración consciente o el registro de emociones.
- No forzar el disfrute: aceptar momentos de tristeza o introspección también es salud.
- Buscar espacios de desconexión real, sin sobrecarga de estímulos.
- Si existen síntomas persistentes, no esperar al otoño: pedir ayuda psicológica de inmediato.
En nuestro centro psicológico atendemos durante el verano porque entendemos que los conflictos emocionales no entienden de estaciones. Trabajamos con pacientes que sienten que el verano ha evidenciado lo que ya se arrastraba: relaciones familiares tensas, desmotivación vital, o una falsa idea de bienestar asociada únicamente al ocio.
A través de herramientas como la terapia cognitivo-conductual, el entrenamiento en gestión emocional o el acompañamiento terapéutico individual, ayudamos a cada persona a identificar qué necesita emocionalmente y cómo cultivar un equilibrio estable, más allá de las vacaciones.
Posdata: la salud mental no se toma vacaciones
El verano es un momento clave para observarnos. Lejos de ser una etapa sin conflictos, puede ser el espejo de lo que evitamos ver durante el año. Cultivar y controlar nuestras emociones también forma parte del descanso. Si sientes que algo no encaja emocionalmente durante tus vacaciones, no lo ignores. Podemos ayudarte a darle un sentido y trabajarlo a tiempo.