El suicidio es una de las principales causas de muerte en todo el mundo, con un impacto devastador para individuos, familias y comunidades. Aunque socialmente se asocia con estaciones frías o períodos de aislamiento, los datos clínicos y estadísticos revelan que el verano también representa un momento crítico para la salud mental y la conducta suicida.
Desde el ámbito de la psicología clínica, se observa un aumento en los factores de riesgo durante los meses estivales, debido a elementos psicosociales, desestructuración de rutinas, y un falso sentido de bienestar generalizado que puede intensificar el sentimiento de desconexión emocional en personas vulnerables.
Contrario a la creencia popular, diversos estudios han señalado un incremento en la tasa de suicidios durante la primavera y el verano. Un análisis publicado en The British Journal of Psychiatry mostró que las cifras de suicidio tienden a elevarse a partir de abril, alcanzando picos entre junio y julio, especialmente en países del hemisferio norte.
La explicación no atiende a un único motivo, pero varios factores contribuyen: aumento de la luz solar (que afecta la regulación de la serotonina), mayor activación conductual sin una mejora real del estado anímico y el contraste emocional que sufren las personas con depresión al observar la aparente felicidad ajena en entornos vacacionales o redes sociales.
En España, según datos del INE, los meses de verano concentran aproximadamente un 25% de los suicidios anuales, con un repunte particular en varones adultos y mayores de 65 años, cifra que se eleva hasta el 44,4% si ampliamos la horquilla desde mayo a septiembre. En 2024 fueron la segunda causa de muerte externa más frecuente por detrás de las caídas accidentales. En total se registraron 3.846, un 6,6% menos que en 2023, la causa de muerte externa más frecuentes entre los hombres con 2.834 fallecidos.
CINCO FACTORES QUE INCREMENTAN EL RIESGO EN ÉPOCA ESTIVAL
Las personas con trastorno afectivo estacional inverso o antecedentes depresivos pueden experimentar una mayor activación física sin que esto se traduzca en una mejora de su estado de ánimo en verano, generando una disonancia que potencia pensamientos disfuncionales o ideación suicida. Como factores de riesgo específicos que afloran en verano podemos indicar:
- Cambios bruscos de rutina o falta de estructura diaria.
- Sentimiento de soledad o abandono al interrumpirse vínculos sociales.
- Incremento de consumo de sustancias psicoactivas.
- Comparaciones sociales intensificadas por ejemplo por las redes sociales (Instagram, Facebook…)
- Dificultad de acceso a recursos asistenciales (cierre por vacaciones, saturación de servicios)
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO DESDE LA CONSULTA PSICOLÓGICA
La intervención clínica es esencial para la prevención del suicidio, especialmente en períodos de mayor vulnerabilidad como el verano. Desde el trabajo en consulta se abordan los factores de riesgo de manera personalizada y se implementan estrategias como:
- Evaluación y seguimiento del estado anímico y del riesgo suicida.
- Intervenciones en crisis y elaboración de un plan de seguridad.
- Reestructuración cognitiva y abordaje de pensamientos distorsionados.
- Fortalecimiento de la red de apoyo social y familiar.
- Trabajo psicoeducativo sobre signos de alerta y afrontamiento.
En el Centro de Psicología Begoña Giner abordamos el sufrimiento emocional desde una perspectiva integradora, respetuosa y centrada en el vínculo terapéutico. Creemos firmemente que la prevención comienza con la escucha y el acompañamiento profesional.
Posdata: hablar salva vidas
El suicidio en verano no es un mito: es una realidad silenciosa que requiere mayor visibilidad, recursos y sensibilidad clínica. Identificar los signos de riesgo, ofrecer espacios de contención emocional y pedir ayuda profesional a tiempo puede marcar la diferencia.
Si tú o alguien cercano atraviesa un momento de desesperanza, no estás solo/a. La ayuda psicológica especializada puede ayudarte a encontrar sentido, apoyo y herramientas para continuar.